
Aprender y re-aprender son tareas que necesitan tiempo.
Cada vez que queremos (re)incorporar un nuevo conocimiento debemos seguir unos determinados pasos para conseguir que éste se aplique de una forma mecánica, sin necesidad de hacer un gran esfuerzo. Esto es así en todos los casos, tanto si lo que queremos (re)incorporar en nuestro repertorio es una nueva palabra como si se trata de (re)aprender a leer o sumar -procesos más lentos de conseguir-.
Para hacerlo de una forma sencilla, imaginemos que queremos incorporar una nueva palabra que hemos oído por primera vez, por ejemplo la palabra tizne (sustancia negra que proviene del fuego y se pega a los objetos). Antes de incorporar la palabra tizne en nuestro vocabulario pasaremos por diferentes fases: desde la repetición y memorización de ésta hasta su interiorización.
Resumamos los pasos por los que pasaremos:
- Memorizar
Necesitamos capacidad de atención y retención para recordar aquello que nos acaban de decir.
- Imitar
Para incorporar en nuestro repertorio lingüístico la nueva palabra tenemos que poderla repetir.
- Reproducir
A continuación tendremos que ser capaces de decir esta palabra sin la ayuda de nadie.
- Comprobar
Debemos asegurar que aquello que hemos dicho es correcto.
- Buscar alternativas
Exploramos la palabra y buscamos que encaje en todas sus variantes posibles (por ejemplo buscamos si se puede conjugar o si podemos hablar de ella en plural). Esta fase es inconsciente y la más delicada de todas, ya que aquí es donde cometemos errores que anteriormente no estaban.
Podríamos decir que necesitamos saber cuáles son los límites de la palabra -o el conocimiento que estamos (re)incorporando- y sólo podemos explorarla si jugamos con ella, de forma que inevitablemente en algún momento nos equivocamos.
- Corroborar
Mientras exploramos la palabra vamos confirmando si nos encaja en diferentes variantes. Es decir, que involuntariamente decidimos sus cualidades y las formas correctas de usarla sin que nadie nos las haya enseñado específicamente.
- Interiorizar
A medida que aplicamos el nuevo conocimiento correctamente lo iremos incorporando en nuestro repertorio casi sin darnos cuenta, y será entonces cuando podremos decir que sabemos aplicar un concepto determinado.
Así es que la palabra tizne formará parte de nuestro repertorio lingüístico cuando lo hayamos explorado, y por lo tanto cuando nos hayamos equivocado.
Hemos de tener en cuenta que si paramos el aprendizaje antes de haber finalizado todos los pasos, éste no se podrá completar con éxito y tardaremos más en alcanzar el aprendizaje porque deberemos volver a empezar desde el primer punto y hacer el análisis hasta el final.
¿Y qué pasa con el aprendizaje que no se analiza? Si solamente aprendemos de memoria, el conocimiento se acaba perdiendo. Por esto es tan importante la repetición de los procesos automáticos que se quieren aprender, como leer y escribir o las matemáticas.
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