Dejar que los niños anden, des de pequeños, tiene enormes beneficios para su evolución general. Y estos beneficios también repercuten en la evolución del lenguaje de la criatura.
Ésta es una afirmación que tenemos clara los profesionales, pero para entender mejor como puede ser eso, lo ilustramos con un supuesto caso: David.
David es un niño de 11 meses que ya puede andar agarrado de la mano de sus padres. Hace unos días decidió independizarse y explorar por su cuenta los rincones de la casa. Apuntaba fijamente hacia su objetivo con la mirada y se dirigía hacia allí como fuese: primero gateaba, y en cuanto podía, se agarraba de donde fuera (la pata de una mesa, el sofá, un juguete del suelo…) para levantarse y llegar andando a su destino sujetándose con las manos, que de pie se ve mejor y se puede llegar a más rincones.
Hoy es un gran día para David y su familia: ¡David ha hecho unos pocos pasos sin agarrarse a ninguna parte! Éste es un momento muy celebrado por todos. Son sus primeros pasos, y con ellos David empezará a investigar por todos los rincones de la casa. Y todo ello contribuirá, entre otras cosas, a que la comunicación entre David y su familia cambie por completo: frases como “Cuidado, que te vas a caer”, “Eso no” o “Suéltala, ¡que la estás molestando!” se incorporarán a su repertorio lingüístico, por lo que tendrá que aprender cuál es la forma correcta de interpretar cada una de las frases concretas, dentro de la multitud de opciones con las que se va a ir encontrando, y cómo actuar ante dicha frase.
Un niño que se desplaza de forma autónoma toma decisiones para regular la situación, ya sea para responder a lo que le dicen, para decidir hacia dónde dirigirse o para investigar qué pasa si manipula los objetos que tiene a su alrededor (sea para experimentar diferentes tactos, volúmenes o pesos o bien para averiguar cómo reacciona su abuela si se toca una cosa u otra).
Por eso andar también es una forma de integrar los conceptos del mundo que nos rodea, así que mamás y papás: dejad que vuestros hijos exploren su entorno siempre que podáis vigilarlos. Es una forma más de ayudarlos a crecer.
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